UN CASO EXTRAÑO
Arnold Paole, muerto en el año 1726, era un hombre serbio que fue considerado vampiro
tras su muerte. Se lo acusa de haber comenzado una epidemia de
vampirismo que provocó la muerte de dieciséis habitantes de su aldea
nativa.
Su caso, semejante al de Peter Plogojowitz,
llegó a ser famoso debido a la implicación directa de las autoridades
austriacas y de los médicos oficiales de Austria, que confirmaron la
existencia de vampiros.
El informe de su
caso fue difundido en Europa occidental y contribuyó a la creencia de
la existencia de vampiros, incluso entre los europeos cultos.
La significación
de aquel informe, hoy en día se explicaría a partir del proceso de
descomposición de los cadáveres. Nuestro conocimiento del caso se basa
exclusivamente en visum et repertum (visto y descubierto a través de la autopsia), documento firmado por el médico cirujano Johannes Flickinger.
El primer brote derivado del “vampirismo” de Arnold Paole provino de la aldea de Medvedja, por entonces territorio de la monarquía de los Habsburgo.
Paole había
declarado, antes de morir, el haber sido atacado por un vampiro en
Gossowa, pero dijo que se había curado alimentándose de la tierra que
rodeaba su sepulcro y manchándose con su sangre
TRANSFORMADO EN VAMPIRO
Cerca de 1725, Arnold Paole
se rompió el cuello después de una caída. Semanas más tarde murió, e
inmediatamente fallecieron otras cuatro personas después de quejarse de
haber tenido contacto estrecho con Paole.
Algunos aldeanos se atrevieron
a abrir su sepulcro y comprobaron que el cadáver no se había
descompuesto y que la sangre fresca había fluido de sus ojos, nariz,
boca, y oídos; que la camisa, la cubierta y el ataúd estaban totalmente
ensangrentados; que se habían caído los viejos clavos en sus manos y
pies, junto con la piel, y que el cabello había crecido.
La conclusión fue que Paole
se había transformado en un vampiro. Le clavaron una estaca en el
corazón y éste reaccionó gimiendo y sangrando, luego de lo cual quemaron
el cuerpo.
El mismo procedimiento se cumplió con el resto de víctimas para prevenir que se convirtieran en nuevos vampiros.
El segundo “brote” de
vampirismo ocurrió cinco años más tarde, en el invierno de 1731.
Diecisiete personas, jóvenes y viejos, fallecieron en un lapso de tres
meses, algunos de ellos en apenas 2 ó 3 días sin haber sufrido una
enfermedad anterior.
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