UN “MUERTO INMORTAL”
Drácula fue una obra precedida e inspirada por un texto de 1871: Carmilla, de Sheridan Le Fanu. Carmilla era una vampiresa lesbiana dedicada a “cazar” a una mujer soltera.
La imagen de un vampiro retratado como hombre aristocrático, tal como el personaje de Drácula, había sido recreado por Juan Polidori en El vampiro, de 1819.
“El muerto inmortal” era uno de los títulos originales pensados por Stoker para Drácula. Algunas semanas antes de la publicación, el manuscrito fue titulado simplemente “El inmortal”.
El nombre
inicial del protagonista iba a ser “Vampyre”, pero mientras Stoker
investigaba para dotar de realismo ciertos elementos de su obra se topó
con una palabra intrigante, en lengua rumana: “Dracul”, cuyo significado es “diablo”.
Existía,
además, una figura histórica conocida como Vlad III, pero no es viable
confirmar que exista una conexión intencional entre el protagonista y
el noble rumano.
EL ÉXITO POSTERIOR
Luego de su publicación, Drácula
logró apenas un éxito moderado, aunque recibió grandes alabanzas de
críticos y periodistas contemporáneos. El mundo cristiano contemporáneo
lo aplaudió por ese avasallante triunfo maniqueísta del Bien sobre el
Mal.
Otros críticos literarios
consideraron esta obra como “la mejor novela de sangre escrita en el
siglo XIX”. Finalmente, hubo consenso en catalogarla como una “clásica
novela de horror gótico”.
El texto ha tenido dominio
público en Estados Unidos desde su publicación original, debido a la
falta de un autor para continuar con el procedimiento del copyright. En
Inglaterra y otros países –que seguían la convención de Berna sobre
los derechos de copyright– la obra estuvo inscripta hasta abril de 1962,
cincuenta años después de la muerte del irlandés Bram Stoker.
Cuando la adaptación
desautorizada de la película fue estrenada en 1922, el renombre de la
novela creció considerablemente debido a la controversia causada por la
viuda del Stoker, quien intentó prohibirla.
Se han filmado incontables películas basadas en el libro. Las tres más famosas son Nosferatu (1922), Drácula (1931) y Drácula (1992). Nosferatu,
una película producida por el director alemán F.W. Murnau, presenta
variantes importantes. Desde el nombre ya nos enteramos las
diferencias: el protagonista se llama Conde Orlok, y no Drácula.
Francis Ford Coppola,
décadas más tarde, muestra al conde como una figura trágica y no como
un monstruo. Agrega nuevos escenarios típicamente rumanos e inserta un
argumento secundario romántico en la historia.
Bram Stoker escribió otras varias novelas de horror y temas sobrenaturales, pero ninguna alcanzó la fama o el éxito duradero que obtuvo Drácula. Sus otras novelas son El paso de la serpiente (1890), La joya de siete estrellas (1903) y La guarida de la oruga blanca (1911).
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