Incluso llegó a interpretarse que la
peste bubónica era causada por los vampiros, y el pánico de la
infección condujo a gente a la enterrar a sus seres queridos sin
siquiera verificar que estuviesen realmente difuntos.
Fue por entonces
que comenzó a pensarse que los vampiros se levantaban de sus sepulcros:
eran personas vivas que, al salir de sus tumbas, eran confundidos con
seres de la noche..
A mediados del siglo XV, el vampirismo volvió a tomar la delantera en temas supersticiosos gracias a la publicación de un ensayo de Frenchman Gilles de Rais.
Más tarde, un miembro del batallón de Juana de Arco se fugó hacia las
tierras del sudoeste de Francia para buscar el secreto de la “piedra filosofal”.
Guiado por esta búsqueda, eliminaron entre 200 y 300 niños, para
utilizar la sangre durante los experimentos.
LA APARICIÓN DEL MÍTICO DRÁCULA
LA APARICIÓN DEL MÍTICO DRÁCULA
Más tarde, durante el siglo XIX, Joris-Karl Huysmans se autocalificó como un vampiro auténtico en su novela La-Bas. También en esta época otra figura histórica llegó a ser asociada con el vampirismo:
su nombre era Vlad Tepes Dracula, príncipe de Wallachia, un reino
antiguo que ahora es parte de Rumania. Cabe mencionar que el apellido “Drácula” significa “dragón”…
Cuatro siglos más adelante, Bram Stoker escribiría la célebre novela Drácula, que durante siglos nos otorgaría el estereotipo del vampiro clásico.
Aunque nunca
desapareció totalmente, el auge del vampirismo disminuyó entre los
siglos XV y XVII. Sin embargo, hacia 1611, la supersticiosa tierra de
Hungría vio nacer las macabras ocurrencias de la condesa Erzsebet Bathory (Elizabeth Bathory, más conocida como la "Condesa Sangrienta").
Esta aristócrata
húngara fue acusada de secuestrar a numerosas jóvenes muchachas con el
objetivo de bañarse y de beber su sangre. Creía que, de esta manera,
preservaría su juventud y su belleza.
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