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EL DAÑO OCASIONADO POR LA LUZ
En Drácula,
el conde protagonista es capaz de vivir de día, bajo la luz del sol,
aunque no pueda usar sus poderes. De todas maneras, conserva algunas
fuerzas y la habilidad de escaparse de sus numerosos perseguidores.
El folklore
tradicional del vampiro no desarrolla la idea de que la luz solar sea
fatal para estos seres, aunque sí los describe como habitantes
nocturnos. Fue a partir de la película Nosferatu que la luz del día comenzó a ser representada como un arma mortal para los vampiros.
Un sistema bien conocido de “energías especiales” y de debilidades se asocia comúnmente a los vampiros
de la ficción contemporánea. Hay una tendencia, sin embargo, a que los
autores elijan y transformen sus poderes por aquellos que encuentran
más realistas, deseables o atractivos.
ALIMENTACIÓN Y CAPACIDADES DE LOS VAMPIROS
Los vampiros,
como están muertos, no necesitan el sustento indispensable para los
seres humanos (sean alimentos, agua u oxígeno). Son retratados como
incapaces de comer alimentos humanos, y en varias escenas célebres se
ven forzados a cenar y a masticar comidas que les desagradan sólo para
engañar a sus víctimas mortales.
Tienen a menudo un aspecto
pálido –su piel translúcida o rubicunda deriva de la imagen transmitida
por el folclore eslavo– y conservan la lozanía de su rostro.
Los vampiros ficticios saben desplazarse con gran agilidad y transformarse en animales veloces como murciélagos, roedores o lobos.
Otros poderes son: la capacidad
de camuflar y transformar su aspecto cuando están rodeados de niebla,
además de volar y dominar el arte de la levitación.
Los vampiros carecen de sombra y no pueden salir fotografiados. Este concepto se desarrolló a partir de la célebre novela de Bram Stoker, de la cual derivó la idea de que “los espejos retratan el alma”. Como sabemos, la mayoría de los vampiros carece de ella.
Algunas tradiciones sostienen
que un vampiro no puede entrar en una casa a menos que lo inviten.
Generalmente, estos seres necesitan ser bienvenidos por los
anfitriones; luego pueden entrar y salir a su arbitrio.
Hay narraciones de corte popular que desarrollan la idea de que los vampiros deben regresar a un ataúd o a su “suelo nativo” antes del amanecer, para protegerse de la luz y regenerar sus poderes.
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