jueves, 6 de diciembre de 2012

CUANDO LA TRISTEZA SE APODERA DE MI


Cada cierto tiempo colapso; me vuelvo extremadamente sensible y frágil. Supongo que justificarlo por la biología femenina, es insuficiente; me gusta pensar que es el estadio anterior o una forma de coger carrerilla,  para volver de nuevo a ese lugar donde la vida se torna bulliciosa, entretenida, rabiosa, meticona…

Cuando esto  ocurre me paso el día imaginando que animal, ser ó cosa sería  ideal para adoptar y así camuflarme hasta que el sol brillase de nuevo. Un gato de angora lamiéndose las patas y restregándose por el fogón no sería una mala posibilidad; y más pensando que los de hoy retozan entre  cojines de plumón, son los reyes de la casa y tienen un lugar privilegiado al lado del plasma y pocos niños les tiran del  rabo. Le hacía mucha gracia a mi suegra cuando le sugería que si alguna vez me rencarnaba quería ser “fiera” (fifi) un gato callejero que le habían metido sus hijos y contaba con todos los beneplácitos de la dueña…
Me siento pequeña;  creo que lo mejor va a ser una hormiga, pasarme el día con los granitos de aquí para allá para no pensar en lo triste que estoy. No se si quiero ser hormiga por la pequeñez o por aquellos recuerdos de infancia que me sentaban  en el escalón de entrada de  la casa “grande” y me ensimismaban durante horas mirando las interminables reatas que diminutas hormigas formaban. Me gustaba interrumpir su desfile con un tallo de espiga o quitarlas su preciado botín…enseguida se recomponían y volvían a la carga. Toda una lección.

Quiero recordar que alguien me dijo un día que si algún animal le sugería,  era una gacela; me gustó la “comparata”; enseguida me reconocí en su libertad, en espacios inmensos abiertos, en un ir y venir inquieta, en sus cabriolas, en estar siempre bien acompañada, en estar expectante ante cualquier “sorpresa”…; pero hoy carezco de este virtuosismo; hoy prefiero ser algo mas insignificante, poco molesto porque no tengo nada que dar, algo que pase desapercibido como quiero que pase la propia pena…




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