viernes, 7 de diciembre de 2012

SUEÑOS

El complejo mundo de los sueños ... 1ª Parte



Aún cuando no todas las personas son capaces de recordar que han soñado, lo cierto es que todos tenemos sueños cuando dormimos. Durante siglos los científicos se han preguntado qué función cumple este fenómeno, y parece que finalmente se ha desvelado el misterio: soñar es como pensar, pero de forma diferente al tipo de pensamientos que tenemos estando despiertos. Si la psicóloga de la Universidad de Harvard,  Deirdre Barret está en lo cierto, realmente podemos resolver problemas mientras dormimos.

Todas las personas sanas sueñan. Aún cuando una buena parte de ellas son completamente incapaces de recordar el “argumento” de sus sueños, todos los humanos utilizan un porcentaje del tiempo que permanecen dormidos para soñar.¿Por qué soñamos? ¿Qué función cumple este fenómeno? Esa es la pregunta que la humanidad se ha hecho desde el principio de los tiempos. Se han arriesgado interpretaciones de todo tipo, aunque ninguna ha logrado conformar a todo el mundo. 

Algunas sociedades primitivas, y no pocas modernas, creen que al soñar se tiene contacto con los espíritus o que, de alguna forma mágica, nos serán revelados los números de la lotería. Otros han propuesto que los sueños reflejan traumas o angustias que no somos capaces de expresar conscientemente, cuestiones que nuestro cerebro es incapaz de tratar estando despierto y que enfrenta solamente cuando dormimos. Pero parece que hay un nuevo enfoque bajo el sol.

Los sueños son siempre “muy visuales” y de naturaleza casi siempre ilógica.


En un artículo escrito para la revista digital “LiveScience”, Rachael Rettner explica que la función del sueño es ayudarnos a resolver problemas. Si eso es cierto, la evolución nos ha proporcionado un mecanismo capaz de solucionar los enigmas que nos acosan, simplemente durmiendo un rato. El estudio realizado por la psicóloga de la Universidad de Harvard, Deirdre Barret, presentado en la Association for Psychological Science, parte de la premisa de que los sueños son siempre “muy visuales” y contienen una línea argumental cuya naturaleza es casi siempre ilógica. 

Rara vez el sueño que recordamos es lógico. Por lo general contienen elementos que nos resultan fantásticos, extraños, aterradores o inquietantes. ¿Por qué nos resultan tan raros? Barret cree que “el sueño es en realidad otra forma del pensamiento, una que tiene lugar en un estado ligeramente diferente al que posee esta función cuando estamos despiertos. Aunque estemos soñando”, explica, “seguimos trabajando para resolver los mismos problemas que nos acosan cuando estamos con los ojos abiertos”. En resumen, pensar estando dormidos es diferente a hacerlo estando despiertos, por lo que los sueños proporcionarían una forma diferente, y a menudo efectiva de encarar los problemas.



El sueño, según Barrett, es en realidad otra forma del pensamiento.

Como dice Barret, para elaborar una teoría que explique la función de los sueños hay que tener en cuenta el camino que el hombre ha seguido durante toda su evolución. Es muy poco probable que un mecanismo que no aportase ninguna ventaja competitiva se haya mantenido durante millones de años, y los sueños no deberían ser una excepción a esta regla. 


Freud sostenía que la función de los sueños era, en pocas palabras, satisfacer nuestros deseos. Sin embargo, obtener logros en un mundo imaginario, que sólo existe mientras dormimos no parece ser muy útil para ayudarnos en el mundo físico. Otros investigadores creen que los sueños no son otra cosa que un “efecto colateral” de la naturaleza humana, simplemente un ejercicio que permite descansar una parte del cerebro mientras que otras zonas se mantienen activas y se reponen sustancias químicas indispensables,como los neurotransmisores y lo que soñamos es el equivalente mental de una TV que queda encendida sin señal en su antena.

Parece que la forma de pensamiento que tiene lugar cuando soñamos es efectiva.

Pero Barrett sabe de qué habla. Ha pasado los últimos diez años de su vida estudiando los problemas relacionados con el sueño, y documentado numerosos ejemplos de estos fenómenos. Naturalmente, ha diseñado experimentos específicos destinados a comprobar sus teorías. En uno de ellos, les pidió a un grupo de estudiantes universitarios voluntarios que escogiesen un problema y tratasen de resolverlo durante las horas de sueño ... "Los problemas no eran de índole científica, sino simples preguntas de las que los voluntarios desconocían la respuesta. Los estudiantes se concentraban en el problema cada noche antes de irse a la cama, y luego de unas semana, aproximadamente la mitad de ellos habían tenido sueños relacionados con el problema. Aproximadamente uno de cada cuatro tuvo un sueño que contenía la respuesta", explica la psicóloga.

Este resultado probaría que el enfoque alternativo que proporciona la forma de pensamiento que tiene lugar cuando soñamos es efectiva, y que realmente puede ser útil para enfrentar problemas que no podemos resolver durante el día. 


Barrett, durante sus experimentos, encontró que podían abordarse casi cualquier tipo de problemas, desde acertijos matemáticos hasta problemas relacionados con el arte. Pero casi siempre, lo que mejor podía resolverse en sueños eran problemas que obligan a las personas a visualizar algo en su mente, tal como ocurre generalmente cuando un inventor está imaginando un nuevo dispositivo. 


Teoría adleriana de los sueños ... 

1. El sueño tiene una orientación hacia el futuro; se ocupa de problemas que el individuo hasta el momento no ha podido resolver en estado despierto. El sueño sirve como un puente entre el problema y la finalidad de la persona. 

2. El sueño se considera como un esbozo o un ensayo gráfico 
para las actitudes que luego se adoptan en la vida despierta. Varios métodos de superación de un problema se pueden probar y a veces, uno es seleccionado o al menos, alguna solución es descartada. En este sentido, el sueño a veces se cumple luego en la vida despierta, ya que el soñador se entrena durante el sueño en un papel que luego puede desempeñar. 

3. El sueño tiene como principal objetivo la auto-clarificación de la
postura hacia el problema. Mediante la producción de metáforas aparentemente incomprensibles, el sueño produce, igual que un poeta, sentimientos y emociones que no se podrían haber producido durante el día, en contacto con la realidad y pensamiento lógico. De esta manera, el soñador consigue acumular una cierta fuerza irracional que le sustenta en la persecución de su propia finalidad


4. El sueño se considera pues como una “factoría de emociones” para catalizar, como hemos dicho, las actitudes y los actos en estado despierto. El objetivo del sueño es la emoción que deja detrás.


Beebe (1993) destaca que la función de los sueños es la de llevar un mensaje de la vida inconsciente a la consciente, y por tanto, el inconsciente es propositivo: los sueños tienen algo que decir, y el soñador tiene que entender este mensaje onírico para sacar provecho de sus recursos inconscientes.

¿Podemos curarnos mientras dormimos?

Estudios muestran que no es sólo dormir bien lo que ayuda a mantener la salud, sino también recordar los sueños; ¿puede el espacio onírico ser usado como un espacio clínico para sanar mente y cuerpo y propulsar la evolución humana hacia nuevas dimensiones?


Veamos el resultado de un estudio realizado por el Dr. Andrew Weil

La ciencia identifica una relación entre el insomnio o la privación de sueño y la depresión. Esto es comúnmente aceptado. Sin embargo, poco se ha estudiado la relación entre no recordar los sueños y la depresión.

Se sabe que dormir es importante para el bienestar emocional e incluso se ha encontrado relación entre patrones de sueño inadecuados y una serie de infecciones como la gripe, la diabetes y hasta el cáncer. Pero ... ¿qué es, exactamente, lo que hace que dormir sea tan necesario? 


La Dra. Rosalind Cartwright del Centro Médico Rush de Chicago ha descubierto que individuos que recuerdan sus sueños tienden a sanar con mayor rapidez de estados depresivos asociados con el divorcio.



Rubin Naiman del Arizona Center for Integrative Medicine, cree que la pérdida de los sueños, más que la privación del sueño per se, es una “fuerza sociocultural crítica” en el desarrollo de la depresión, la cual generalmente pasa desapercibida. “Un buen hábito de sueños contribuye a nuestro bienestar psicológico al promover una memoria sana, alejar la depresión y al expandir nuestra conciencia ordinaria hacia regiones más amplias y espirituales”, dice Naiman.

El hecho de que los sueños y no sólo la falta de sueño afecte la salud, tiene una importancia que pasa de largo a la medicina moderna. La mayoría de los fármacos que se preescriben para tratar desórdenes relacionados con el sueño y la depresión tienen el efecto secundario de suprimir la memoria de los sueños así que podrían estar atacando un padecimiento sólo de manera superficial.




Uno de los pocos métodos ideados para penetrar el casi insondable mundo de lo que sucede cuando soñamos es el desarrollado por el Dr. Stephen LaBerge de la Universidad de Stanford. LaBerge logró entrenar a diferentes voluntarios a emitir una señal durante sus sueños cuando algo en específico les estaba sucediendo, por ejemplo, cuando estaban teniendo sexo. Esto fue realizado en personas capaces de tener sueños lúcidos, sueños en los que se tiene cierta conciencia de que se está soñando. 

Los resultados de las investigaciones de LaBerge muestran que un fenómeno que sucede en el espacio onírico tiene una correspondencia fisiológica, tal que un orgasmo soñando genera respuestas corporales similares a un orgasmo despierto. Y si un orgasmo, un estado de meditación o una oración producen cambios benéficos en nuestro organismo cuando estamos despiertos , ¿por qué no habrían de producirlos, aunque sea en menor medida, cuando los soñamos? 

LaBerge escribe: Existen anécdotas que sugieren que los sueños lúcidos pueden tener cierta apliación en la sanación. Basada en experimentos conducidos en el pasado que muestran una fuerte correspondencia entre tareas realizadas en el estado de sueño y los efectos en el cerebro y en menor medida en el cuerpo, se ha hecho la sugerencia de que sueños lúcidos específicos podrían ayudar a sanar procesos cerebrales.



Una de las teorías recientes más populares para explicar el misterio de para qué o por qué soñamos sugiere que los sueños tienen una función ligada a “ensayar una respuesta adaptativa a un desafío”, tal que en la antigüedad los sueños, por ejemplo, nos habrían ayudado a escapar de un depredador haciendo pruebas en un escenario virtual sin tener que morir en el ensayo y en la actualidad podrían también ayudarnos a generar una idea para solucionar un problema, de lo que abundan ejemplos ilustres como el descubrimiento de la tabla periódica de Dimitry Mendeleyev durante un sueño.

Esto se conecta con lo que creía el Dr. William C. Dement, el hombre que descubrió los sueños R.E.M. Dement pensaba que “el sueño REM podría haber evolucionado para ser utilizado en el futuro”, y profetizó: “la función eventual de los sueños será permitir al hombre experimentar las múltiples alternativas del futuro en la cuasi-realidad del sueño y así tomar una decisión más ‘informada”.

Por otro lado Stephen Laberge, en su libro Lucid Dreaming, teoriza que una de las funciones biológicas de los sueños es justamente el aprendizaje: existe una correlación entre el REM y nuestra capacidad de aprender algo.


Al mismo tiempo, el hecho de que revivamos nuestros días en los sueños puede significar un proceso de reconsolidación de memoria. Muchas personas habrán experimentado que pasar toda la noche estudiando no suele ser tan efectivo como estudiar un buen trecho y luego dormir. Soñar posiblemente nos permite repasar lo que hemos vivido con áreas más profundas de nuestro cerebro, introyectando lo que hemos experimentado hacia el fondo casi infinito de nuestra (in)conciencia: casi como si en la noche, soñando, se formaran hologramas de nuestras experiencias.

El sueño a un nivel más profundo es capaz no sólo de orientarnos en el laberinto de la mente, sino también de sanar en toda nuestra extensión. Hay que considerar que muchas de nuestras enfermedades son el resultado de procesos psíquicos obstruidos o traumas de la misma forma una obstrucción en nuestros aparato digestivo o en nuestro sistema circulatorio puede generar una enfermedad; las enfermedades pueden entenderse como una especie de metáfora somatizada de una obstrucción psíquica. 




La enigmática frase de Carl Jung , “Los que eran dioses se han convertido en enfermedades”, nos sugiere que los procesos arquetípicos de la mente los dioses, los héroes, las grandes gestas, los monstruos e incluso los ciclos cósmicos de la naturaleza de los cuales somos espejo atravesado han sido reprimidos y por lo tanto degeneran en enfermedades. Estos ilustres y añejos habitantes de nuestra mente colectiva generalmente manifiestan en los sueños el lugar donde su narrativa fantástica puede manifestarse sin las constricciones de la razón, el lugar donde pueden operar su prístina magia simbólica. Matar un dragón en un sueño puede ser acabar con un trauma que nos asedia despiertos. Sin el flujo de los dioses en los sueños de los símbolos universales de procesos individuales, estamos limitando nuestra capacidad de operar sobre las regiones profundas de nuestra psique, el único lugar donde, hasta de un solo zarpazo, podemos sanar achaques que nos podrían perseguir toda una vida.

Una última y radical teoría relacionada con los sueños ... Rubin Naiman recomienda que en el día nos expongamos a la luz natural y en la noche vayamos gradualmente apagando la luz un atardecer simulado en el caso de no poder alinearnos con el atardecer natural. Esto para entrar en contacto con los ritmos circadianos naturales y permitir que los sueños den a luz sus frutos. 



Dicha práctica me hace recordar el ensayo de Cliff Pickover, donde este matemático influenciado por los psicodélicos sugiere que las visiones divinas de los profetas pudieron haber sido el resultado de la producción endógena de DMT, el poderoso enteógeno que nuestro cerebro secreta de manera natural, aunque difícilmente a dosis que nos hagan alucinar como sucede cuando se fuma. 

Pickover y el mismo Dr. Rick Strassman creen que quizás la exposición a la luz artificial que ha venido ocurriendo, in crescendo, en los últimos mil años, podría haber limitado la producción de DMT endógeno. 

¿Por que no pensar que una ciencia del sueño dirigida a potenciar nuestros neurotransmisores, de la mano de los ritmos naturales y de técnicas de biofeedback, pudiera adiestrarnos en la generación de DMT endógeno y así propiciar sueños divinos? 























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